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Profecía india

lunes, 7 de marzo de 2011

Abogadillus Secanensis

Abogadillus Secanensis


 
Sapo de Houston
El abogadillus secanensis, más conocido como abogadillo de secano, se trata de una de esas especies cuyos individuos poseen conocimientos capaces de abarcar temas que van desde la ingeniería naval o aeronáutica, hasta cosas tan cotidianas como levantar una pared de ladrillo, no hay nada que se les escape o al menos así lo dan a entender. Pero esta es tan sólo una de sus características porque secanensis destaca sobre todo por aprovechar cualquier ocasión con el fin de poner los puntos sobre las íes a cualquiera que intente aportar un punto de vista diferente al que ellos tienen, porque tan sólo ellos, son capaces de hacerlo “más y mejor”. Nadie ni nada puede escapar al secanensis. De nada sirve beber de diferentes fuentes de información, acudir a seminarios y charlas, aprender a través de experiencias y/o contrastes. Nada es suficiente para convencer al secanensis de que lo que dice es algo que puede ser cuestionado.
Para bien o para mal, la población de secanensis se encuentra bastante estable por no decir que va en aumento y afortunadamente, tengo la suerte de tener unos cuantos ejemplares en los diferentes entornos que rondo. Y como ya he comentado otras veces, no sé si aquí, recuerdo con “especial cariño” como un macho alfa secanensis me insistía hasta la saciedad que los herbicidas son inocuos. También recuerdo aquella tarde en la que compartí, en una zona rural, conversación con un pastor de cabras y que entre sus conclusiones tras observaciones del campo a lo largo de los años, me comentaba la relación que había observado: desde que sus vecinos estaban utlizando los herbicidas, las ranas habían dejado de cantar. Pero ni esto ni otras pequeñas matizaciones fueron suficientes para el secanensis. Finalmente y, en privado con él, porque en público había que defender la posición de macho alfa, le hice entender que incluso, para mi propia sorpresa, en la página de los fabricantes de herbicidas se reconocían ciertos impactos en los entornos acuáticos…
Pasados ya al menos un par de años de aquel encuentro, este asunto volvía a mi mente como consecuencia de las acusaciones que se lanzaban contra el “inocuo herbicida” Roundup y cuyo propietario casualmente es una empresa que está empezando a infestarnos los ecosistemas con sus más que cuestionables semillas transgénicas. La acusación se basaba, casualidades de la vida, en el asunto que me planteaba el pastor: el herbicida Roundup ataca a las ranas y concretamente al sapo de Houston. Pero la historia no acaba aquí porque parece que ser que el liquidito en cuestión, para las malas hierbas, no sólo ha puesto contra las cuerdas la supervivencia del susodicho sapo sino que también amenza a varias especies de plantas.
Dicen los que entienden que el herbicida en cuestión contiene una sustancia llamada glifosato, el cual parece ser que tiene más toxicidad y estrogenicidad de lo que se creía ¿De lo que se creía? Pero vamos a ver ¿Que los productos no se prueban lo suficiente antes de salir al mercado? ¿Que no dicen los de Monsanto que sus productos son respetuosos y seguros con el entorno? En estas circunstancias pues ¿Me puede alguien garantizar que no ocurrirá lo mismo con los productos transgénicos? LLegado el funesto caso ¿Me podrá alguien explicar cómo deshacer el entuerto de haber liberado en los ecosistemas “semillas” que darán lugar a formas de vida que de acuerdo con mi credo transgreden las “normas”?
Volviendo al duo pastor – a.secanensis, curisamente también en Australia, en la caja del producto se especifica que la mayoría de formulaciones de glifosatos no deben usarse en el agua o cerca de ella debido a sus efectos tóxicos sobre renacuajos y ranas adultas. Después de leer esto me quedo, cuanto menos, estupefacto, pues me hago loco de pensar en toda la gente de campo que podría estar utilizando alegremente estos compuestos en las proximidades de ríos, riachuelos y corrientes de agua a lo largo y ancho de este taurocida país.
Al igual que ya hace un tiempo que leí de los fertilizantes, que hacen cada vez más dependiente al campo de cultivo, el glifosato parece jugar un rol parecido pues se puede rociar a diestro y siniestro, a diferencia de otros herbicidas, lo que provoca que las malas hierbas se vuelvan más resistentes, provocando un incremento, cada vez mayor, de la dosis y por lo tanto envenenando más el ambiente, entrando en un círculo vicioso de funestas consecuencias como parece haberse probado ya. Alguno se atreverá a cuestionar estas líneas, pero otros quizás no sino más bien todo lo contrario, pues investigadores de la Charles Sturt University llevaron a cabo estudios de campo que consistieron en fumigar 10 veces una zona en un lapso de tiempo de 15 años, pudiendo comprobar cómo la maleza más común de Australia, la ryegrass, se ha hecho fuerte al herbicida necesitando hasta 5 veces más dosis para poder acabar con ella.
Después de todo esto parece que Monsanto admite el problema pero, lejos de retirar el producto, se permite el lujo de reírse en nuestra cara y pedir a EEUU, la UE y Australia permiso para aumentar la dosis actual de 6 mg/Kg a 20 mg/Kg. Esto de verdad que es de juzgado de guardia. Si por algo se ha caracterizado la evolución ha sido por la adaptación del más fuerte, así que, siguiendo esta regla… ¿Cuánto tiempo pasará hasta que las malas hierbas vuelvan a adaptarse a la nueva y supuesta letal dosis? Pero quizás la pregunta más interesante sea ¿Hasta qué punto resistirán los entornos las nuevas dosis de envenenamiento? El tiempo pondrá, para bien o para mal, a cada uno en su sitio. Más vale que no nos tengamos que arrepentir.
Os dejo un artículo de opinión “un herbicida letal” y el enlace al lugar de donde he sacado la foto “Houston Zoo“.

Autor de la entrada: Pedro.

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