Millions of birds flying to Spain for the winter will be caught in 'parany' traps, which glue the animals to the ground. Photograph: David Levene for the Guardian
Up to four million migrating
birds will be killed by illegal Spanish hunters this year, with many dying a slow, sticky death in traps that literally glue the
animals to the ground, according to campaigners.
Thrushes flying south for a warm Mediterranean winter this week will, as usual, run a gauntlet of illegal hunters who kill some two million birds in their peak hunting season: the six late autumn weeks in which Spanish skies fill with migrating birds.
Hundreds, if not thousands, of hunters in Castellón, eastern
Spain, and neighbouring areas will have already set their so-called parany traps – copses filled with glue-covered twigs and spikes.
Most of the illegally trapped birds will end up as tapas in Spanish bars, fried tidbits that locals claim are part of a cultural heritage stretching back to Roman times. "There are pictures of parany traps in the mosaics of Pompeii," said Miguel Angel Bayarri of the trappers' Apaval association. "This is a tradition that has existed for centuries and that we will continue to fight for."
Hunting of
song and
mistle thrushes and their cousin the
redwing is not illegal, but the methods used are, despite attempts by legislators to introduce exceptions.
Campaigners say the painful deaths suffered by the birds, whose wings are glued together before their necks are broken or their heads squashed, contravene European
wildlife laws.
"There have been sentences against this in the courts in Madrid and at the European court in Luxembourg," said Mario Giménez, head of SEO/Birdlife in the eastern region of Valencia.
Up to two of every five birds that fall into the parany traps will not be thrushes. Hundreds of thousands of other migrating insectivores such as robins,
blackcaps,
chiffchaffs and
black redstarts will die. Local birds, including warblers and owls, also fall prey to the parany trick.
"That only happens if the trap is badly operated," said Bayarri. "Our members only catch thrushes. This is just banning for banning's sake."
But Giménez said few parany operators went through the laborious process of cleaning glue off birds that may not be hunted.
"Even those cleaned up with dissolvent often don't survive," he said.
Campaigners say it is time politicians, whose attempts at legalising the traps in Valencia's regional parliament have been stymied by Spain's higher courts, publicly disavow a tradition that contravenes EU law. But protecting local traditions wins votes in rural areas where setting and emptying traps may also involve evenings or weekends of food, drink and partying.
Hunting continues, even though Apaval has this year asked its members not to set the traps, where recordings of birdsong are used to lure passing birds into thickets of trees. Unable to use their glued wings, the birds fall to the ground and are killed by hand.
At least 340 functioning parany traps have been identified in the past few weeks, according to Spain's Association of Environmental Officers. "They are only the first ones discovered so far this year," said a spokesman. "In previous years we have found some 2,000 traps."
"The hunting continues, it is just not so flagrant," said Giménez. "We have seen the traps and heard the birdsong recordings that they use. Now when they hear a car, they do at least turn the machine off."
Those caught using the illegal parany method can be fined up to €200,000 (£170,000) and may also end up with a criminal record.
Previously, special whistles were used to attract the birds, but these were replaced by tape-recordings and, now, digital devices.
While the thrushes were once an important food source in the countryside of eastern Spain, birds are now mostly sold secretly to bars and restaurants. Many are stored in freezers to be sold later.
Campaigners fear that with a change in Spain's government due after a general election on 20 November, authorities will once more turn a blind eye to illegal hunting of migratory birds.
"The People's party is expected to win, and that is the same party that has tried to legalise this in Valencia," said Giménez
PUBLICO:
El parany, una práctica
ilegal, pervive en Castellón con gran aceptación social
Un parany hecho con árboles en Castellón. JUAN NAVARRO
Existe un lugar en España en el que se practica
la caza furtiva con la misma tranquilidad y en el
mismo espacio con la que se hace la paella de los domingos. Se trata de la
provincia de Castellón, donde cazadores, ecologistas y administraciones
mantienen desde hace una década un conflicto a cuenta del parany, una modalidad
tan tradicional como prohibida
de cazar pájaros. Su práctica
es ilegal desde el año 2002,
pero es difícil topar con alguien en la provincia que no conozca a un paranyer en activo. Las
estructuras que se usan para ello son, además, fácilmente visibles desde
multitud de carreteras comarcales.
Esta variedad
cinegética consiste en
moldear varios árboles mediante su poda para conseguir que formen una suerte de
recinto cerrado. En las ramas se colocan varillas impregnadas de pegamento. Se
atrae a los pájaros mediante grabaciones que imitan sus cantos. Estos quedan impregnados
de cola y caen al suelo, donde el cazador los remata con la mano.
Tres sentencias
judiciales afirman que es un tipo de caza no selectivo
Tres tribunales el Superior de Justicia
valenciano, el Supremo y el de la Unión Europea han declarado ilegal el parany. El
principal argumento que esgrimen es que es un tipo de caza no selectivo, en el
que, además de las aves que los cazadores buscan los zorzales mueren otros
muchos pájaros, entre ellos animales protegidos de especies migratorias. Debido
a esta característica, viola la directiva europea relativa a la conservación de
las aves silvestres, así como a las leyes españolas que se derivan de ella.
La Asociación de Paranyers (Apaval) afirma que
hay en torno a 1.500 paranys
construidos,aunque asegura que prácticamente nadie los usa para cazar desde
que es ilegal hacerlo. Una afirmación con la que los grupos ecologistas están
en radical desacuerdo.
Estos colectivos luchan desde hace 15 años para
erradicar la práctica del parany. Han ganado, de momento, la batalla de los
tribunales. Pero, afirman, no consiguen que las sentencias judiciales se
conviertan en realidad ya que cada otoño mueren
entre uno y tres millones de aves migratorias enredadas en el parany. Por eso, a la pelea jurídica han
sumado una campaña pedagógica para concienciar a la población de los perjuicios
que este tipo de caza provoca.
Los ecologistas acusan
a las autoridades de pasividad
Su última acción de denuncia tuvo lugar el pasado
lunes, cuando varios activistas del Comité contra la Matanza de Aves Silvestres
acudieron a Castellón invitados por el grupo ecologista provincial Gecen.
Después de recorrer la provincia durante dos días, se mostraron asombrados.
Según Andrea Rutigliano, coordinador de las actividades contra el furtivismo de
la asociación, "en ningún lugar se practica la caza furtiva de una forma
tan numerosa y evidente".
Francisco González, de Gecen, denunció además la
pasividad de las autoridades. La Guardia Civil, dijo, sanciona al 1% de los
cazadores, y la Generalitat a entre el 3% y el 4%. Además de las comparecencias
públicas, los ecologistas mantienen varias herramientas de denuncia. La más
llamativa es "parany maps", una aplicación informática en la que se
señala la ubicación de cada parany.
Ecología versus tradición
Los partidarios del parany afirman que las
capturas son selectivas, ya que es posible librar al pájaro de pegamento y
devolverlo a la naturaleza. Miguel Ángel Bayurri, presidente de la asociación
de paranyers Apaval, recuerda que las sentencias judiciales se basan en la
inexistencia de estudios científicos que avalen este carácter selectivo del
parany. Por ello, desde 2004 la asociación realiza un estudio anual con tres
paranys experimentales. Afirman que han comprobado que pájaros liberados y
anillados durante una temporada vuelven al parany al año siguiente, lo que
muestra que no sufren daño alguno.
Basándose
en estos estudios, la Generalitat Valenciana intenta desde hace años abrir una
vía legal para autorizar el parany. Su último intento fue en 2009, con una
modificación de su ley autonómica de caza. Sin embargo, el Gobierno la recurrió
y consiguió que el Tribunal Constitucional la paralizara cautelarmente.
Además de sus argumentos legales, los partidarios
del parany enarbolan su carácter tradicional y su raigambre en la sociedad
castellonense. En torno a estos árboles se reúnen las familias de los cazadores
a pasar el fin de semana. Según concluye Bayurri, "los que nos dedicamos a
esto lo hemos aprendido de los abuelos y los padres, esto es algo que se
mama".